miércoles, 9 de noviembre de 2016

"Sarita, cómo has cambiado..."

He escuchado esa frase en repetidas ocasiones, en diferentes contextos, durante 23 años. A veces de alguna tía para referirse a que había crecido. Otras veces, de algún amigo que hace años no veía y quería hacerme saber que me veía bien. Pero últimamente, parece que las personas me lo dijeran como si se tratara de un insulto.

Pues bien, quiero que sepan que, a pesar del tono de tristeza o incluso desprecio con que algunos me hablan, para mí es un halago.

Sí, cambié. Cambié porque crecí para entender que la vida no es lo que me dijeron cuando fui niña. Cambié porque aprendí que hay que sentir cosas malas para apreciar las cosas buenas. Cambié porque fue necesario para mantenerme viva en un mundo que defraudó mis expectativas. Cambié porque sentí el dolor hacer su entrada triunfal por cada una de las venas de mi corazón, y fue necesario ajustarme a la realidad.

También cambié porque sentí la euforia que viene con las primeras veces.

La primera vez que me fui de mi casa, una noche, sentada a la ventana de un bus, realmente sola por primera vez, viendo las luces de la que en pocos minutos dejaría de ser mi ciudad.

La primera vez que viví sin mi familia, en una ciudad fría y nueva, pero con la compañía de amigos que, no sabía, se convertirían en mi nueva familia.

La primera vez que tuve un trabajo que amaba, y la primera vez que tuve un trabajo que todos los días me hacía querer salir gritando lo mucho que lo despreciaba.

La primera vez que tuve sexo y, algunos años después, la primera vez que hice el amor con alguien que sostuvo mi mano jurando que me quería.

La primera vez que tuve una relación de verdad. La primera vez que fracasé en el amor. La primera vez que me fui a vivir con mi novio...

La primera vez, la primera vez, la primera vez. Cada una de ellas me hizo cambiar, poco a poco, como un vaso que se va llenando con gotas tan pequeñas, que no lo notas sino hasta que está a la mitad. Si te pasó sabes que al principio no te das cuenta, ni tú ni quienes están a tu alrededor. Pero de pronto un día, te vuelves a encontrar con alguien a quien solías querer mucho, pero con quien dejaste de hablar, y después de hablar un rato te dice "antes eras...". Al principio lo niegas, porque te lo dijeron con tono de tristeza y no quieres creer que te defraudaste a ti mismo, pero después de ir a casa lo piensas un poco y te das cuenta que tal vez tenían razón cuando te dieron a entender que "solías ser mejor que eso".

Pero la gente no sabe, porque no se toman el trabajo de ponerse en tus zapatos y entender que la vida te hizo de otra forma, y seguramente a ellos también aunque no lo hayan notado aún. Nadie debería sentirse mal ni disculparse por ser diferente a como era hace un año, un mes o un minuto, porque no es malo, es solo la forma como hacemos frente a los caminos.

El universo en sí mismo no es estático. Todo está en movimiento, desde las más pequeñas partículas, hasta las grandes galaxias. Y en la mitad de todo eso, nosotros mismos, siendo un reflejo de lo inmenso y lo imperceptible, estamos vibrando constantemente.

No importa si decepcionas a otros, lo que sí importa es que seas conscientes de tus propios cambios, que los aceptes con amor, y si no estás conforme, estar dispuesto a volver a cambiar. No cambiar, eso sí debería ser preocupante.

lunes, 3 de octubre de 2016

Sobre las reacciones desmedidas frente al resultado del plebiscito

Que difícil decir algo que no haya sido dicho de un tema tan comentado como el plebiscito por la paz en Colombia, que ayer 2 de octubre perdió con el 50.2% de votos en su contra. Ayer fuimos muchos los que derramamos lágrimas al conocer el resultado oficial del conteo, y sentimos el corazón romperse (sí, el corazón, para los que preguntan en qué parte del cuerpo es que "duele el país") cuando despertamos de cara a un resultado diferente al que anhelábamos.

Tuve muchos sentimientos en pocos minutos. Primero incredulidad, luego tristeza, rabia e impotencia. En medio de mi dolor me fui a las redes sociales, donde encontré comentarios de triunfalismo y soberbia por parte de los partidarios del Centro Democrático. Aquello terminó de desatar lo que estaba tratando de contener, y en medio de lágrimas escribí comentarios como aquel que citaba a César Augusto Londoño en 1999, tras el asesinato de Jaime Garzón.

Obviamente recibí muchos comentarios reprochando mi actitud frente al asunto, así que este mensaje es para ellos. Para los que me dijeron que me desconocían (aunque no los conozco sino de saludo), para los que me dijeron "esa platica se perdió" (aunque ni siquiera fueron a votar), y para los que me acusaron de creerme mejor que los demás por haberme documentado respecto al plebiscito. Aunque también es para los que con amor, me recordaron que a pesar de la falta de conciencia de nuestros ciudadanos, este no es un país de mierda y que, aunque pobre, todavía queda una gota de esperanza.

Lo anterior no para justificarme a mí, pero sí para que los que se sintieron ofendidos por mí o por otra persona de su círculo social que comentó de forma similar, comprendan que uno no mide sus palabras cuando la rabia es tan desbordante. Quiero que sepan que aunque eliminé a un par de personas de mi Facebook (no los que me dieron sus argumentos, sino a los que se burlaron descaradamente del dolor ajeno y que igual nunca me habían caído bien), entiendo que las relaciones humanas no deben romperse sobre asuntos de política, y lo digo sobre todo refiriéndome a mi familia, que en su mayoría no estaba de acuerdo con mi voto.

Sí, no estoy de acuerdo con ustedes. Sí, estoy convencida profundamente de que se equivocaron de voto. Sí, creo que debieron haber leído más. Pero no, no me creo mejor que ustedes. Ni los odio. Ni pienso que deberían ir a la guerra y morirse. Así que si eso fue lo que creyeron, me disculpo con el alma, porque yo sí quiero la paz, y estar decepcionada de mi país (porque lo sigo estando), no me hace ser una violenta que quiere la guerra como lo han insinuado las imágenes que rondan hoy por las redes sociales. Simplemente me hace ser más consciente de que el país necesita un cambio para el que aparentemente no estamos listos, y me hace ver por qué hemos tomado todas las decisiones políticas erráticamente desde que existimos como país.

Decepcionada estoy, pero mi espíritu amaneció hoy con el halo de esperanza que lo caracteriza, y aunque nos falten 50 años más para lograr la paz, yo seguiré votando Sí las veces que sea necesario. 


martes, 24 de mayo de 2016

The feeling of not being good enough.

Nothing ever hurt me as badly as the feeling of being falling behind in life, look back and feel that the whole last year has been wasted, is my punishment for not being good enough.
Life is tough, I knew that. At least that’s what they always say. They told me I had to be tough as well, and I believed I could so. But I had never truly needed to be so. Until now.
Now I’m standing here, feeling I’m dying inside, watching everyone else go on, doing something, being someone, While I’m crying as I now I can’t reach them anymore.
Not good enough for this world, not good enough for this career, not good enough for this life.
Maybe I deserve it. Maybe we all get an amount of happiness for life, and I already used mine. Maybe I was so happy for the first 22 years of my life, that I have nothing left.
I just hope we also have an amount of sadness, so I can use it all and then stop feeling.

viernes, 25 de diciembre de 2015

El cariño es infinito, el dolor también.

Tengo la mala costumbre de no hablar, de guardar mis sentimientos para mí y no compartirlos con nadie. Es cobardía, mi mayor defecto, y peor aún, decirlo todo un día cualquiera, sin que nadie lo espere, sin pensarlo siquiera, con la ira rebosada por un detalle insignificante, que hace que las palabras salgan de mi boca como lava ardiente sin reparar en el daño que hacen.

Por eso escojo este día, antes de que pase cuando no pienso, para decirte todas las cosas que callé y necesitaban ser dichas.

Mi mala memoria me impide enumerar las veces que me lastimaste, pero las cicatrices quedaron, en ambas partes, y se abren con una palabra mal dicha un día cualquiera. Me equivoqué al pensar que la vida sería como en las películas, y que al reconocer mi error, tú también lo harías con el tuyo. Cada vez que me disculpé recibí otro reclamo a cambio, y mi corazón terminó cansado de esperar un arrepentimiento de tu parte.

Renuncié a intentar arreglar viejas heridas, y en lugar de eso quise empezar de cero. Pero el dolor persistió tanto en ti como en mí, y no pude soportar otra queja de lo difícil que era tu vida cuando la mía se derrumbaba a mi alrededor sin que lo notaras. Mencionar mis problemas y escuchar como tú la tenías peor me siguió cansando hasta que decidí alejarme de tu vida, pues prefería una distancia momentánea que brindarte una amistad hipócrita. Entiendo que por eso dejaste de contarme también lo bueno de tu vida.

No fui perfecta. Sé que fallé mil veces y después fallé en arreglarlo, pero no estoy dispuesta a cargar sola con la responsabilidad de una amistad que entre los dos ensuciamos, arañamos y lastimamos de a poco hasta hacerla tan poco que ninguno quiso agachar la cabeza.

Y aunque las cosas nunca vuelvan a ser como antes, como cuando éramos más jóvenes, inocentes y nobles, el recuerdo de lo que fue merece ser venerado por la pureza del sentimiento, sin resentimiento y más bien con todo el amor que se puede dedicar.

Por eso con este año muere el dolor que me quedó, y lo único que te pido es seguir siendo parte de tu vida, de lo bueno y de lo malo, de lo que te hizo llorar cuando no me llamaste, y lo que te hizo feliz cuando no me dijiste.

No espero que te disculpes, porque yo ya no lo haré, pero sí espero algo de ti: No me ocultes más lo que pasa en tu vida, que yo no lo hago con la mía. No quiero sentir que soy tu rival, porque aún soy una amistad, una que se transformó.

jueves, 3 de diciembre de 2015

No valemos más, ni valemos menos

Si hemos de determinar el antónimo de machismo, ese sería el 'hembrismo':  abogar por el matriarcado y la predominancia de las mujeres sobre los hombres. Feminismo es más bien el equivalente de 'masculinismo', si existiera.

Si durante siglos y milenios hubieran sido ellos los abusados, maltratados, menospreciados, ignorados y desechados, y pelearan por la igualdad de sus derechos, mientras nosotras nos reímos en sus caras, esa sería la causa del masculinismo. Las mujeres no entenderíamos por qué se indignan, y se sienten vulnerados cuando una extraña les hace un comentario inapropiado, en lugar de tomarlo como un halago.

No hubiéramos entendido el siglo pasado para qué querían votar, si nosotras podíamos representarlos bien. Nos hubiera parecido lo justo tener todo el derecho sobre nuestros hijos, y privarlos a ellos de verlos sin otra razón más que nuestro capricho. Hubiéramos sabido que era de lógica que nuestro trabajo valiera más que el de ellos.

Ellos habrían sido quienes lucharan por sus derechos, y hubieran ganado, como nuestras antepasadas ganaron... Y también hubieran quedado secuelas, como con las que aún lidiamos.

Secuelas como el anciano en la camioneta que se cree con derecho de decirnos cualquier cochinada sin que podamos protestar porque nos da miedo su reacción. Como el tipo en el bar de la mirada vulgar que casi nos devora con sus ojos depravados y nos hace sentir mal por la ropa que escogimos. Como la incomodidad de hablar sobre lo que nos dijeron o hicieron, porque tal vez fue nuestra culpa, o simplemente porque es normal que esas cosas ocurran.

La razón por la que hoy suena más el asesinato de una mujer es porque hasta hace pocas décadas no teníamos voz. Hace poco que, ante la ley, nuestras vidas adquirieron el mismo valor que las vidas de ellos. Somos diferentes en muchos aspectos, pero no en nuestro valor.

Si logramos entender eso, podemos cambiar el significado de 'damas y caballeros' para que dejen de ser 'las que se ven bonitas y se portan bien' y 'los que hacen cosas por las que se ven bonitas y se portan bien'.

Un caballero cede el puesto a cualquiera, no a ella para conseguir su teléfono. Un caballero le abre la puerta a cualquiera, no a ella para verle el culo. Un caballero es gentil con cualquiera, no con ella porque tiene senos. Una dama también abre la puerta, cede el puesto y es gentil.

El feminismo no busca el poder. Busca la igualdad, en las cosas que somos iguales.

sábado, 7 de noviembre de 2015

She will leave

No matter if you lived your life to make her happy
No matter if you gave her everything from you
No matter how hard you try to make her stay
If she wants to leave, she will

And she doesn't owe you a thing
Not an explanation
Not a goodbye
Not a thing

She's free to go
Because everything you gave away wasn't for her
It was for you
Because it made you feel good to make her happy

Or, at least, to know that you did everything you could, to make her happy.

jueves, 15 de octubre de 2015

Not you

Nor a bed has been as comfortable as yours.
Nor a kiss has been as passionate as yours.
Nor a laugh has been as real as the ones I had with you.
And all my tears are still yours.

They come out from my heart through my eyes
Still with your name written down on them
On another man's bed sheets
And I can't help it.

From time to time someone sweet comes to my bed
and reads the pain in my soul
And when we're lying down, right after making love
He asks me what's going on on my mind

But that's something about me that hasn't changed yet
When I'm thinking a million of feelings
But not a word comes out from my mouth
Even though I want to scream it, as loud as it sounds on my head

And there I am, feeling so lonely and empty
knowing that I can call him or anyone
who makes me company just for the night
But I just don't want to, 'cause they're not you